lunes, 26 de enero de 2009

Una charla sobre Artémides Zatti
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En la edición número tres de la revista Huilliches, publicamos una nota titulada, “El enfermero Santo”. En este articulo, retomamos esa senda para contar sobre el viaje que emprendió Esther Zatti, sobrina-nieta de Artémides, quien estuvo en Viedma para cumplir una promesa a “su tío”, como su familia lo menciona.


*Por Alejandro Azaroff



Esther, junto a su esposo Jorge, realizaron un viaje relámpago con el sólo objetivo de visitar la capilla Don Bosco, donde se encuentran los restos del beato. Llegaron el viernes nueve de enero y el sábado diez regresaron a San Martín, provincia de Buenos Aires, no sin antes contarle a Huilliches sobre el parentesco con el “enfermero Santo”.


Con Jorge entablé diálogo a través de Internet, cuando consultaron en qué momento podrían visitar la Capilla Don Bosco, porque su mujer es sobrina-nieta de Artémides Zatti y tenía que venir a cumplir una promesa. Según comentaron, el santo impidió que Esther contraiga una enfermedad.

Inmediatamente averigüé horarios y días y respondí el mail. Llegaron a Viedma el viernes a las seis de la tarde y el sábado a las diez se comunicaron conmigo. “Estamos en la capilla, y ya nos tenemos que ir a Buenos Aires, podes venir ahora si querés conversar con Esther”, me dijo su marido, inmediatamente fui a su encuentro.

Crucé a Viedma en bicicleta y llegando al lugar, vi las dos figuras paradas en la puerta del edificio. Bajé de la bici y pregunté: “¿Jorge?”, a lo que me respondió, “si, ¿vos sos el periodista?”, Debo reconocer que con una bermuda roja, alpargatas negras, musculosa y gorra, parecía más un turista en la playa que un periodista, “si soy yo”, les dije, los saludé y empezamos a conversar.

Esther contó que ella no conoció personalmente a Zatti, sino a su abuelo, hermano de Artémides. “Él ya estaba en Viedma recorriendo hogares con su bicicleta visitando gente enferma”, comentó llevando el orgullo en la sangre de las acciones concretadas por su tío-abuelo.

También me preguntó si conocía los dos libros que habían escrito sobre él, le respondí que no y me dijo que uno lo hizo Raúl Entraigas, un cura fallecido que estuvo en la iglesia de San Carlos, ubicada en Almagro, la obra se llamo “El pariente de todos los pobres”, en cuanto al otro libro, no recordó al escritor.

Le pregunté a la señora por qué la promesa, a lo que me respondió que la realizó en un momento difícil, antes de que le diagnosticaran una enfermedad. “Gracias a Dios no apareció esa enfermedad, el pronóstico era complicado, pero erróneo y la cuestión es que no tuvo consecuencias”, comentó.

Jorge también participaba activamente de la conversación y sobre la promesa, confesó que tendrían que haber venido el año pasado, pero no se pudo concretar y llegaron ese viernes a Viedma. Repitió las textuales palabras de su mujer para conseguir el objetivo de viajar. “Yo hice una promesa al tío y tenemos que cumplirla”.

Esther retomó el protagonismo de la conversación y contó que todos los días quince de cada mes, concurren a la iglesia de San Carlos, ubicada en la calle Hipólito Irigoyen a dos cuadras de Boedo. Interrumpiendo a su señora, el hombre dijo, “nosotros conocemos bastantes iglesias en España que son imponentes, pero esa es la iglesia más bonita que aprecié hasta ahora y está en Buenos Aires”, afirmó metiéndose de lleno en el cuerpo de la nota.

Volvió la mujer a encausar el diálogo y dijo que en la iglesia de San Carlos, las misas que dan los días quince, se realizan en honor a Zatti. “Dan la unción para los enfermos, se ponen en rueda y se dirigen todos al altar donde se encuentra el tío, el altar es majestuoso”.

Me contaron que estuvieron varias veces en Viedma y que habían visitado la catedral, ubicada frente a la Plaza Alsina, pero esta vez se sorprendieron al ver el cuadro que le hicieron al beato. “No lo habíamos visto nunca, es muy parecido al que está en la iglesia San Carlos en Buenos Aires, quizá es un poco más grande”, acotó Jorge.

Habló Esther y dijo “el tío era uno de los enfermeros que atendió a Ceferino Namuncura, porque él tenía la misma enfermedad que tuvo Ceferino, tuberculosis”. Siguió con su relato y citando nuevamente al libro, “El pariente de todos los pobres” contó que está publicada el acta de defunción escrita de puño y letra del propio santo, la cual realizó hasta el día de su muerte, cuando puso en su última escritura la fecha al final de su vida.

Concluida la entrevista, Esther posó para la cámara junto al mausoleo de Zatti, mientras que Jorge se dirigía al auto a buscar una estampa del santo que siempre llevan con ellos. Me obsequió la oración y se despidieron para comenzar el largo viaje hacía su hogar.

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