sábado, 5 de julio de 2008

Colectividad boliviana: La cultura del trabajo

Dibujo de Julio Martinez
Por María Eugenia Mauna

Nada distingue más a un país que la cultura que lleva en sus entrañas, pero cómo conviven los inmigrantes con una cultura nueva y qué conservan de la suya.

En la capital rionegrina y sus alrededores conviven más de 300 personas de origen boliviano, y el principal motivo de esta inmigración es la búsqueda de un presente y un fututo mejor, tratando de encontrar una estabilidad económica para satisfacer sus necesidades y obtener distintos privilegios que no pudieron obtener trabajando en su país.

Desde Huilliches trataremos de contar ¿Qué pasa cuando un extranjero se desprende de sus raíces para inmigrar a otro lugar totalmente diferente? para ello nos entrevistamos con Julio Martínez, vicepresidente de las colectividades extranjeras y secretario de cultura de la sociedad Inty Boliviano, quien nos explicó que la mayoría de los inmigrantes llegan por necesidad y por la gran posibilidad de trabajo que existió y existe en tierras como las de IDEVI.

“Estas tierras son muy fértiles y cuentan con un sistema de riego privilegiado a comparación de Bolivia, que es una zona de tierras muy áridas imposibles de trabajar. Para nuestra gente estas tierras son un paraíso” explicó Martínez y agregó “si no existieran lugares como IDEVI, los bolivianos no vendrían, ya que no tendrían fuente de trabajo”.

La inmigración boliviana en nuestra zona se comenzó a dar en los años 70. En un primer momento eran sólo peones en las antiguas chacras, ya que sus dueños cansados de explotar durante tanto tiempo las tierras no querían que sus hijos pasaran por lo mismo, entonces decidían mandarlos a la ciudad en busca de un futuro mejor. Fue entonces cuando las chacras comenzaron a quedar vacías y es ahí en donde los bolivianos, que se caracterizan por ser trabajares de la tierra, comienzan a ocupar esos espacios vacíos, de los cuales hoy muchos son propietarios.

“No es que vinimos a robarles las tierras ni el trabajo como muchos piensan, porque en su momento, cuando las chacras quedaron desocupadas nadie quería trabajarlas, yo recuerdo que mi suegro venia a la ciudad en busca de peones y nadie quería ir por considerar que era un trabajo pesado, y de alguna manera sucio” explicó Martínez y agregó: “Muchos bolivianos también aportaron novedades a la cultura Argentina, como es el caso del maíz comestible y otros cultivos que acá no se cosechaban”.

Discriminación:

Otro de los puntos que aparece cuando uno habla de inmigrantes es el de la discriminación. Sobre esto Martínez nos comentó que acá en Viedma no se nota tanto la discriminación, sino que se da más en las grande ciudades, sin embargo lo que se nota es, a veces, una especie de celos, “se piensa que los bolivianos venimos a robarles el trabajo, sus tierras, pero no es así sino que traemos el aporte de nuestra cultura, nuestro conocimiento, nuestro trabajo”, a lo que agregó “otra de las cosas que esta mal vista en la Argentina es que muchas veces se dice que los bolivianos explotan a los niños, haciéndolos trabajar. Sin embargo lo que no sabemos hacer en este país es transmitir la cultura del trabajo. A los niños se les enseña de muy chico lo que es el trabajo, en cada familia boliviana, cada uno tiene una función el más chico hace el trabajo más liviano, como llevar agua y demás, eso provoca que el niño se sienta parte del trabajo, y en un futuro sepa valorar la labor y se esfuerce en todo lo que se proponga, sea en los estudios o en o en lo que emprenda”. “Pero no sólo es una cuestión de transmitir la cultura del trabajo sino que también es una necesidad, en la cultura boliviana la mujer trabaja tanto como el hombre e inevitablemente debe llevar a su hijo a donde vaya” interpretó Julio Martínez.

Mantener las raíces

En un país poco acostumbrado a incorporar nuevas culturas y nuevas formas de vida, se hace difícil para el inmigrante poder o tratar de compartir sus costumbres y es por eso que la comunidad Boliviana organiza año tras año un festival denominado Inti Raymi; que significa la fiesta del sol.

“Es producto de la nostalgia que provoca estar lejos de la tierra de uno”, explicó Martínez, y añadió “no sólo es para la gente boliviana sino también para toda la Comarca, lo que se trata es de dar a conocer nuestra cultura, dado que a partir del conocimiento y la interpretación comienza el respeto, lo hacemos humildemente sin provocar a nadie”.

En estos festivales se presentan grupos musicales y de danzas con las distintas vestimentas que caracteriza a Bolivia. “Es una fiesta de mucho color, mucha fuerza. Cualquier país se enriquece si toma lo bueno de cada cultura”, explicó.

“Estos festivales son solo una manera de conservar las raíces de uno, aunque también sucede que nuestra comunidad en la intimidad conversan en quechua, que es el idioma originario de Bolivia, otros no lo conservan por prejuicio, por ese miedo a ser discriminado” finalizó Julio Martínez.

Vale recordar que este año el festival se dará cita los días 16 y 17 de agosto, en la sala mayor del Centro Municipal de Cultura de Viedma, y es una buena oportunidad para conocer la cultura que desde hace ya un tiempo esta instalada en nuestra sociedad y merece ser reconocida y adoptada para un mayor enriquecimiento socio-cultural.


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